viernes, 20 de agosto de 2010

La pregunta que no
hizo Calderón

Por Rebecca Arenas

Pasadas las elecciones intermedias, cuyos resultados siguen sorprendiendo a muchos, y en medio de la creciente violencia, que tan sólo en el pasado julio dejó un saldo de más de 900 ejecuciones, el presidente Calderón decidió hacer importantes cambios en su gabinete, buscando con ello fortalecer la etapa final de su gobierno, que se avizora muy complicada.

Además de dicha medida, que repite lo que han hecho anteriores gobiernos, la principal actividad del presidente Calderón en las últimas semanas ha sido la de convocar a los segmentos más significativos de la sociedad: empresarios, gobernadores, partidos políticos, legisladores, luchadores sociales, medios de comunicación, etcétera, tratando de convencerlos de la importancia que tiene para la Nación su decidida lucha en contra de la delincuencia organizada. Los resultados más bien pobres, han provocado el reproche presidencial ante la menor crítica o disenso, lamentando que no se sumen a la única prioridad de su gobierno.

Faltando dos escasos años para que concluya su mandato, Calderón sigue empecinado en su lucha, soslayando, sin embargo, dos temas cruciales para mantener el timón del país y llegar a la sucesión presidencial en un marco de legalidad y paz social: la gobernabilidad y la economía.

La primera, porque la etapa final de su gobierno corre el riego de agravarse por la cruenta embestida de los cárteles de la droga, que han empezado a mostrar su filón terrorista, y podrían llevar al gobierno y al país entero a situaciones inmanejables. Paralelamente, la sucesión presidencial puede agudizar las tensiones y los enfrentamientos, desbordando la dinámica política, y Calderón, como presidente de los mexicanos, tiene la obligación de evitar que esto ocurra, o por lo menos intentarlo.

La situación de la economía es el verdadero meollo del problema. La persistencia de Calderón de defender el esquema del libre mercado aun cuando las principales potencias del mundo han reconocido las fallas de este modelo, nos han dejado inermes y vulnerables ante el menor tambaleo de la economía mundial. El eventual anuncio de una nueva etapa recesiva o la desaceleración en el crecimiento de Estados Unidos, afectarían nuestra incipiente recuperación, enfrentándonos, en la víspera de las elecciones, a una crisis social de gran calado; a una grave "bronconeumonía" que el gobierno no lograría minimizar, como lo hizo hace tres años, cuando afirmó que se trataba de un simple "catarrito".

Ante la devastadora realidad nacional que hoy por hoy conjuga: mayor pobreza, mayor desigualdad, mayor violencia, mayor infiltración institucional por parte de la delincuencia y, consecuentemente, mayor impunidad, no cabe a estas alturas preguntarnos qué quiere hacer Calderón en el corto tiempo que le queda a su gobierno, sino qué puede hacer,

Su abanico de opciones actualmente es reducido. Una posibilidad es que continúe con sus mismas obsesiones y estrategias en materia de seguridad, clamando en el desierto a favor de su lucha, que no es la misma lucha del día a día de los mexicanos. Otra posibilidad es que se dedique a construir los espacios para que su partido, el PAN, logre llegar en mejores condiciones al 2012, promoviendo de nueva cuenta, las alianzas agua-aceite, al través de su nuevo secretario de Gobernación, sin darse oficialmente por enterado. Una tercera posibilidad, es que proponga, una vez más, la necesidad de hacer algunas reformas constitucionales, como si iniciara su gobierno, lanzando paralelamente el decálogo alusivo. En cualquiera de las tres opciones, se conoce el guión al dedillo.

Y mientras Calderón hace lo que puede, el PRI concentra sus esfuerzos en definir su estrategia para la sucesión presidencial, lo que indica que el grado de colaboración y acuerdos con el presidente panista será mínimo. La izquierda, por su parte, lo primero que tendrá que resolver es el dilema interno de una candidatura única, proceso que se ve, por decir lo menos, muy pero muy complicado.

A diferencia de hace seis años, hoy no vivimos la pugna por el poder que nos llevó a la grave polarización del 2006, y a pesar de ello, las condiciones de certeza institucional que hoy enfrentamos son mucho más precarias y la estabilidad del país más incierta. Una situación de alto riesgo, resultante de la lamentable decisión de Felipe Calderón de apostar todos los esfuerzos y recursos de su gobierno, a la prioridad equivocada.

La asignatura pendiente para el próximo gobierno, si quiere romper el círculo perverso de corrupción-simulación que le hereda Calderón, es el cambio de rumbo de nuestra economía. Encontrarle la cuadratura al circulo, para que la economía crezca y simultáneamente se reparta la riqueza; para que se diseñe una nueva estrategia exportadora que no asfixie nuestro mercado interno, y se generen los empleos y el bienestar que requerimos con urgencia los mexicanos; que permita subir el salario mínimo y, simultáneamente mantenga la inflación bajo control; porque elevar los niveles de la seguridad social y del poder adquisitivo del salario no arruina las metas inflacionarias ni el crecimiento. Lograr todo lo anterior no es imposible. Pregúntenselo a Lula. A Calderón no se le ocurrió.


xalare@generacionciudadana.org.mx

domingo, 21 de marzo de 2010

Los Colores de
Veracruz
Por Rebecca Arenas

El discurso de Miguel Angel Yunes Linares, con motivo de la presentación de su equipo de campaña, resultó por demás interesante: no sólo por su buena estructura y el manejo de tesis, sino por la trayectoria que lo avala, en lo legislativo, en la administración pública y en el propio ejercicio de gobierno. La gente lo percibe como un candidato que sabe lo que dice y por qué lo dice. Un candidato creíble.Este punto es más importante de lo que piensan muchos, incluyendo a los políticos "a la carrera", que suponen que la experiencia y el oficio llegan por ósmosis, y que los mítines nutridos equivalen a urnas repletas de votos. No olvidemos que el clima ciudadano en todas partes del país, y Veracruz no es la excepción, es de hartazgo ante la política y sus actores. La gente está molesta por la incapacidad de los legisladores de lograr consensos y acuerdos en temas que contribuyan a un mejor nivel de vida para los mexicanos, pero que han mostrado sus mejores talentos para obtener beneficios facciosos. Una muestra reciente, las alianzas electorales incongruentes y premeditadamente mentirosas hacia los votantes. Así las cosas, más allá de las alianzas partidistas que se produzcan en torno a cada una de las diez gubernaturas a elegir el próximo mes de julio, lo que sí debemos tener en cuenta es al candidato en cuestión: su trayectoria, su experiencia, su oficio político, su capacidad de respuesta ante los problemas y el valor que le otorga a su palabra. La gente está cansada de las formas tradicionales de hacer campaña: de los mítines concurridos, donde pocos saben por qué están ahí, y candidatos distantes, que desde la altura de los templetes escuchan discursos de loas a su persona. Un absurdo total, cuando quien debe buscar, preguntar y hablar a la ciudadanía es el candidato. Por ello, resulta interesante el compromiso del candidato de Viva Veracruz de llevar a cabo una campaña de ideas y razones, de diálogo con los veracruzanos, para conocer sus problemas y el rumbo que quieren para nuestro Estado. Una campaña que rescate los colores perdidos de nuestra pluralidad, no para imponernos otro color, sino para que cada veracruzano se exprese tal y como es. Que impulse la participación ciudadana en los asuntos públicos, porque la política es tarea de todos y no monopolio de un solo individuo. Promesas de campaña, pensarán algunos y no les falta razón. La diferencia en el caso de Yunes Linares es su visión y experiencia, que le permiten saber que a estas alturas del hartazgo social, de la creciente pobreza y desigualdad, de la falta de expectativas que viven los veracruzanos, la única forma de gobernar con paz social es cumpliéndole a la gente. La suma de compromisos que formula el candidato de Viva Veracruz: de diálogo y propuestas, de civilidad y respeto a la ley, y su convocatoria abierta a todos los veracruzanos, con y sin partido, a sumarse a su proyecto para transformar nuestro Estado, permiten vislumbrar que, con el correr de los días, la campaña de este candidato que sabe de lo que habla y puede responder por sí mismo, se verá enriquecida con la participación de miles de veracruzanos, más allá de siglas y colores. Al tiempo.
xalare@generacionciudadana.org.mx

sábado, 30 de enero de 2010




¿Qué ciudadanos, en la reforma
política de Calderón?

Por Rebecca Arenas

Mientras la crisis económica continúa generando más millones de pobres y los programas sociales de combate a la pobreza siguen siendo utilizados para beneficio electoral, el asunto que ocupa la atención de los poderes formales y fácticos, que se ha convertido de la noche a la mañana en prioridad de la agenda legislativa, es la iniciativa de reforma política del presidente Calderón.

¿Por qué si hay problemas de falta de empleo, de pérdida del poder adquisitivo, de inflación galopante que el gobierno niega; si se sigue ensanchando la brecha de la desigualdad y nuestro país es calificado en el exterior como ineficiente, poco competitivo y altamente corrupto, por qué si tenemos todas estas urgencias, los señores de la política se dedican a discutir una nueva iniciativa de reforma política, a menos de dos años de haber aprobado la anterior?

Sin duda, porque Calderón con gran habilidad le antepuso la etiqueta ciudadana -con mayúsculas- a su reforma, asegurando a todos, que su aprobación impulsaría la participación ciudadana en los asuntos públicos, fortaleciendo la democracia y el quehacer político, que hoy por hoy, son monopolio de los partidos.

Sobre el paquete de reformas políticas que presentó al Congreso a mediados del pasado diciembre, el presidente Calderón ha venido cambiando el tono de su discurso. En un principio, fue de gran optimismo y júbilo, cuando dio a conocer su decálogo alusivo. Últimamente, en cambio, su tono se ha vuelto ríspido e incluso intolerante, cuando califica de fraudulentas a las fracciones parlamentarias que no coinciden con su iniciativa. Y aún no inicia el periodo de sesiones. Y si bien es cierto lo que dice Calderón sobre la preeminencia de los partidos y la ausencia de los ciudadanos en nuestro sistema democrático, lamentablemente esta situación no cambiará por decreto, por más que lo diga su iniciativa. Veamos.

Entre otras cosas, la iniciativa de Calderón propone las candidaturas ciudadanas, afirmando que esto daría a la gente voz y una palestra para luchar por las causas que le interesan. Pero yo me pregunto, y les pregunto a los lectores: ¿Qué tipo de personas serían, en caso de aprobarse, quienes tendrían acceso a las candidaturas ciudadanas?

No sería don Pancho, el líder vecinal de nuestra colonia, siempre dispuesto a dar su tiempo y su consejo a los demás; tampoco doña Catalina, la luchadora social, por la que se pelean los partidos en tiempo de elecciones, porque la gente la respeta y la sigue; ni el médico humanitario que atiende igual al que le paga que al que no. No podrían serlo, porque lograr una candidatura ciudadana, requiere de mucho, de muchísimo dinero (encuestas previas, precampañas, propaganda, medios, gastos de campaña). Si hoy vemos que gente de origen modesto llega a ser candidato, es porque tiene detrás el apoyo de un partido que recibe recursos públicos para estos efectos. Lo que no sería factible en el esquema de Calderón.

Sería la gente de Televisa, de Televisión Azteca, de Telmex y de las empresas más importantes, la que tendría acceso a las candidaturas ciudadanas. ¿Dónde está la mayor participación ciudadana que asegura Calderón, si sólo los ricos tendrían acceso a esta modalidad de participación política?

Y ante su eventual arribo al Congreso, encontraríamos a estos "diputados ciudadanos" dedicados a defender los intereses y privilegios de sus patrocinadores y socios. ¿Dónde está el beneficio para los ciudadanos que dice Calderón? No se ven por ninguna parte.

Si en efecto, lo que quiere el ejecutivo es impulsar la participación ciudadana, dar mayor legitimidad a su gobierno y lograr que el legislativo se comprometa prioritariamente con la ciudadanía en vez de hacerlo con sus respectivos partidos, lo primero que tendría que hacer es tomar la decisión de construir ciudadanía, dándole a esta compleja tarea, el rango de política de Estado. Educar e informar a la gente, hacerla consciente de las innumerables ventajas de participar colectivamente, de manera organizada; de eso se trata la construcción de ciudadanía, una tarea compleja pero posible, de resultados graduales, pero irreversibles, en la que habría de sumar los esfuerzos de toda la infraestructura pública y privada del país, para que tras un mediano plazo, de esfuerzos continuos y sistemáticos, tengamos un capital ciudadano que nos hará mejores para la democracia y mejores para el país.

Evidentemente no es la construcción de ciudadanía lo que le interesa a Calderón, sino lograr una reforma política que le permita mayores facultades al Ejecutivo, o sea a él mismo, facilitándole, a dos años de la sucesión presidencial, alternativas de manipulación pública, como el referéndum, que ha probado ser un arma de dos filos mal utilizado, e instrumento favorito de gobiernos dictatoriales que no respetan al Congreso. Perú, Venezuela y Argentina en algún momento, son cercanos ejemplos.

El debate sobre la reforma política será intenso, y sin duda, polarizado, lo que no debe ser impedimento para alcanzar positivos resultados, si cada quien hace su parte. Los legisladores, privilegiando el interés general sobre el particular, favoreciendo la visión de Estado y no la visión de partido, de corto plazo y electorera, porque de lo que se trata es de definir las reglas del funcionamiento futuro del Estado mexicano. Ni más ni menos.

A Calderón habría que decirle que ya hizo su parte, que ahora toca al Congreso hacer la suya. Pedirle que asuma una actitud de respeto y tolerancia frente a las opiniones contrarias, porque sólo respetando el derecho de los otros, logrará respeto a sus propuestas, aunque no las aprueben. Predicar con el ejemplo, es el primer gran paso, que ojalá no se le olvide.

xalare@generacionciudadana.org.mx